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viernes, 22 de febrero de 2008

Desde el espacio se descubren nuevos templos mayas perdidos

En esta imagen comparativa, tomadas desde el espacio por dos satélites, se ven las ruinas de Tikal, una ciudad maya ubicada en las profundidades de la selva guatemalteca. REUTERS/NASA/Handout.


Arqueólogos y científicos de la NASA, con la ayuda de satélites, han descubierto varios sitios escondidos durante siglos bajo la tupida selva de Guatemala.

Los antiguos astrólogos mayas alinearon sus templos con las estrellas y ahora los arqueólogos modernos han encontrado las ruinas de ciudades escondidas en la selva de Guatemala desde el cielo. Los arqueólogos y los científicos de la NASA se unieron hace cinco años en busca de las claves acerca del misterioso colapso de la civilización maya, que floreció en Centroamérica y el sur de México durante 1.000 años, antes de abandonar sus ciudades misteriosamente hacia el año 900 después de Cristo.

Y esa unión está dando frutos, según el arqueólogo William Saturno, quien descubrió recientemente cinco sitios extensos, con centenares de edificios, utilizando un satélite espía que puede ver a través de nubes y bosques para revelar las sutiles diferencias en la vegetación. Saturno informó que las imágenes de satélite facilitaron enormemente el hallazgo de las ruinas, cubiertas por siglos de densas enredaderas y árboles. La idea inicial del arqueólogo era buscar primero las imágenes del satélite para encontrar la fuente del agua cerca de su campamento de excavación en San Bartola, unos 53 kilómetros de la población más cercana.

La NASA le dio una foto de radiación solar reflejada sobre la gran variedad de plantas de la región y la gran sorpresa de Saturno fue ver un patrón de decoloración en la imagen que mostraba el contorno de algunos edificios que su equipo había descubierto. Utilizando un aparato de GPS, marcó en un mapa las ubicaciones de otras decoloraciones cercanas y encontró una zona de arquitectura maya que no había sido descubierta.

Los mayas construían con piedra caliza y estuco. A medida que los edificios abandonados se van desintegrando, los químicos de las piedras se mezclan con el suelo, impidiendo que algunas plantas crezcan alrededor de las estructuras o afectando la química de aquellas que sí pueden crecer. Los satélites pueden detectar las diferencias y el resultado es un mapa de las estructuras enterradas por la vegetación desde una distancia de 640 kilómetros de la Tierra.


Información extraida de TerraAntiqvae


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