El Tercer día del viaje ha sido uno de los más bonitos ya que hemos visitado el Valle de los Reyes, Los Colosos y el Templo de Habu.
Nos levantamos a las 4:00 A.M., desayunamos en la motonave y salimos rumbo al Valle de los Reyes a las 5:00 A.M. Al Valle de los Reyes se tiene que ir escoltado por la policía turística, así que esperamos al convoy en medio del campo viendo el amanecer por encima del Nilo, más o menos a las 5:30.
Divisareis en el horizonte globos aerostáticos sobrevolando por encima del valle de los reyes y los colosos.
Cuando llegas al Valle, te montan en unos trenecitos para subir las empinadas cuestas, por eso es mejor llegar tempranísimo para no esperar y además ver las tumbas tranquilo. El Valle es como me lo imaginaba, el desierto pedregoso, tumbas a ambos lados y sobre ellas montañas haciendo de barrera y escolta, precioso.
Es indispensable que llevéis agua encima porque en el recinto no se vende y hace un calor horrible.
En el Valle de los Reyes no están abiertas todas las tumbas, se rota la apertura de cada o cada 2 semanas. Por eso, no vimos la tumba de Tutankhamon pero si la de Merenptah, Ramsés III y Horemheb.
La que más nos gusto fue la de Merenptah, debido a su gran profundidad y al sarcófago de granito que tiene en su interior. Imagenes de la tumba de Merenptah
Un dato curioso de la tumba de Ramsés III es que en su construcción se produjo la primera huelga de la historia al no recibir los trabajadores suficiente comida.
En el Valle de los Reyes como en muchas visitas en Egipto, según avanzan las horas más turistas hay, así que es recomendable visitar el valle muy temprano, ya que luego se amontona mucha gente dentro de las tumbas y se tiene que ir en fila india e incomodamente.
Dentro de las tumbas no se puede hacer fotos ni video, y los guías dicen (no sé si será cierto) que se tienen 10 minutos para visitar cada tumba.
Después del valle nos dirijimos hacia el Templo de Habu que fue el Templo mortuorio de Ramsés III. Nos llevamos una grata sorpresa al visitarlo porque nos gustó mucho, por sus columnas, por su poco deterioro, etc.
Nada más entrar por una puerta estrecha nos encontramos con el primer pilono (imagen de arriba) de 22 metros de altura y 63 metros de ancho. Se ve a Ramsés III castigando a prisioneros frente a los dioses Ra y Amón.
Pasamos la fachada y pasamos al primer patio que contiene columnas con capiteles campaniformes y osiríacos. Es curiosa la representación del conteo de prisioneros y muertos de enemigos en la batalla, cortándoles las manos y las lenguas (penes según nuestro guía) para demostrar al faraón las bajas de los enemigos.
Pasamos al segundo pilono donse se muestra la presentación de cautivos a Amón y Mut, y los logros del faraón.
Después se accede al segundo patio lleno de pilares osiríacos y papiriformes. Llama la atención la buena conservación de los colores de las representaciones del templo.
De aquí se pasa a la sala hipóstila que estaba formada por 24 columnas de las que quedan poco hoy en día, además esta rodeada de salas pequeñas destinadas a una capilla consagrada a Ramsés II divinizado, cámara del tesoro, sala de ofrendas, capilla de Ptah-Sokar-Osiris y Ramsés III divinizado.
Por último, es curiosa la profundidad que tienen todas la representaciones y sobre todo los cartuchos de los faraones, ello es debido para que ningón otro faraón se pudiera apropiar la creación del templo. Al estar muy profundo, tendrían que esculpir demasiado la piedra y así desistirian de su intento.
Visto el templo, vamos a ver los Colosos de Memmón que son los únicos restos que aún quedan del templo funerario de Amenhotep III. Miden 18 metros y estan construidos con bloques traídos expresamente desde Gebel el-Ahmar.
Los colosos son famosos porque al salir el sol parecía que cantaban. Los griegos lo vieron y se lo atrubuyeron al mítico guerrero Memnón, hijo de la Aurora, muerto en un enfrentamiento con Aquiles que cada mañana saludaba con el ruido a su madre que aprecía por el horizonte.
La realidad es que un terremoto agrietó la estatua, donde se almacenaba la humedad de la noche que a la salida del sol se evaporaba y daba lugar a ese sonido característico.
El coloso siguió haciendo dichos ruidos hasta la restauración ordenada por Septimio Severo a principios del siglo III.
Vistos los colosos partimos hacia un Luxor, donde esperamos en una calle rodeada por un colegio y un cuartel de policía al resto de autobuses de turistas para formar un convoy que nos guie hacia Edfú donde se encuentra la motonave ya atracada, la cual mientrás haciamos las vistias pasaba la esclusa de Esna.
2 comentarios:
Excelente tu blog, una idea muy buena que seguiremos desde Hostel Colonial, en Buenos Aires o a través de Turismo 2.0, Saludos desde Argentina, Jorge Ferrari.
Que envidia Javier, eso si es 2.0 en tiempo real...
Que lo disfruteis
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